Se quedó cual rama deshojada cuando te marchaste sin decir adiós. Desnuda ante el frío, sola.
Buscaba esa luz que dicen se debe seguir... Daba igual donde mirara: allí, no había nada.
Tirada por los suelos, desesperada, desanimada...
Y un día, apareció, cual estrella fugaz en medio de la tempestad.
Y el mar oscuro comenzó a iluminarse poco a poco, dándole fuerzas para continuar.
Creía que era un sueño, una mera ilusión... Pero al día siguiente, ahí seguía, sonriente.
Ahora las caídas no son al precipio, son sobre la cama.