viernes, 6 de enero de 2012

Dawn

Este texto lo escribí este verano... Surgió la idea un poco de la nada, y no me disgusta el resultado.


Aún recuerdo esos atardeceres que observábamos sentados en el césped, al lado de una fuente de la que procedían pequeñas gotitas a causa del viento. Me encantaba hablar contigo, y cualquier tontería me bastaba para sonreír mientras miraba tus ojos, de pupilas brillantes, que reflejaban el sol cayendo. Me es imposible no echarlo de menos... cómo olvidarlo.
Tímidamente acercabas tu mano a la mía, me mirabas y esbozabas una sonrisa sincera, pura... no tenía que fingir contigo, a tu lado podía ser yo misma... siempre atento a los detalles y a lo que yo decía. Más que mariposas en el estómago, tenía un ecosistema en mi interior. Estaba nerviosa y me decías: "Tranquila", con esa voz... Me sentía segura, protegida, como si nada malo pudiera ocurrirme mientras estaba ahí. Todo iba bien, quizás demasiado.
El sol se ocultó como de costumbre, pero al día siguiente no volvió a salir para nosotros.

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