Tú, y tu intensidad modulable: un día eres suave, y al otro me posees salvajemente.
Tomo de ti cuanto quiero, sin medir cantidades. Me invitas con la mirada a beberte, hasta la última gota.
A veces me mantienes despierta toda la noche; actividad sin límites. Risas y vueltas entre las sábanas. Suplico que me dejes perderme entre tus brazos, y asientes, agarrándome.
Otras veces no surtes el efecto buscado y no ayudas: sólo amargas.
Y aún así, eres tan adictivo... Ni quiero ni puedo dejarte.
Donde, como y cuando quieras; en la cama, en la mesa o en la encimera.
-Otra taza de café, por favor.