jueves, 2 de enero de 2014

Delirios de madrugada

A veces maldigo mi constante condición de insomne. De acuerdo, amo las noches. Tener tiempo para mí, silencio, admirar la luna... pero quizá he de aguantarme a mí misma demasiado. Y si a mí me cuesta... quién sabe lo que será para los demás.
Me da por pensar pequeñas estupideces, como que te quedes de verdad y no abandones como los demás; que cuando las cosas vayan mal, tenga una mano que tomar; que cuasisoluciones los males con abrazos que bien podrían ser interminables (no sería yo quien se quejara).
Supongo que no soy más que una pequeña Coleridge que no necesita consumir láudano, o que mi mente se niega a permanecer al siglo actual y prefiere anclarse a unos ideales ya extinguidos. Demasiado Sturm und drang para tanta economía. Decidle al menos al gobierno que deje de recortarme, alejando a quienes merecen la pena y rodeándome de seres de apariencia humana.

¿Salud, dinero o amor? No creo que necesite responder (ni soy rica ni estoy sana).

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