viernes, 31 de enero de 2014

De mayor

Yo de mayor quiero ser feliz, y sólo preocuparme de cosas mundanas y no de preguntas transcendentales sobre la vida, el mundo o la humanidad; quejarme de que no me ha tocado la lotería y consolarme con la salud; mirarme al espejo y sonreír, estar a gusto con lo que veo, y si la ropa no cierra, pensar en lo rica que estaba la cena del día anterior; llorar de alegría y no acumular decepciones; no dormir por estar leyendo o hablando hasta las tantas de la madrugada sin darme cuenta...

A ver para qué voy a querer 10 millones de euros si no soy feliz, ¿eh? De qué me servirá el dinero estando sola, sin tenerme siquiera a mí misma.

Igual es mucho pedir eso de ser feliz... da igual rezarle a Buddha o escribirle una carta a los Reyes Magos, y que no me vengan con esos discursos del karma o de que la felicidad sólo depende de uno mismo, que ya me los sé y su eficacia es la misma que la del gobierno español.

 ¡Arriba las manos, que hay gente que quiere ser feliz y no dudará en soñar!

jueves, 2 de enero de 2014

Delirios de madrugada

A veces maldigo mi constante condición de insomne. De acuerdo, amo las noches. Tener tiempo para mí, silencio, admirar la luna... pero quizá he de aguantarme a mí misma demasiado. Y si a mí me cuesta... quién sabe lo que será para los demás.
Me da por pensar pequeñas estupideces, como que te quedes de verdad y no abandones como los demás; que cuando las cosas vayan mal, tenga una mano que tomar; que cuasisoluciones los males con abrazos que bien podrían ser interminables (no sería yo quien se quejara).
Supongo que no soy más que una pequeña Coleridge que no necesita consumir láudano, o que mi mente se niega a permanecer al siglo actual y prefiere anclarse a unos ideales ya extinguidos. Demasiado Sturm und drang para tanta economía. Decidle al menos al gobierno que deje de recortarme, alejando a quienes merecen la pena y rodeándome de seres de apariencia humana.

¿Salud, dinero o amor? No creo que necesite responder (ni soy rica ni estoy sana).

jueves, 5 de diciembre de 2013

Veni, Vidi, Perdidi

Las cosas no funcionan como en el antiguo Imperio Romano... Ni soy Julio César, ni dispongo de un ejército detrás de mí, ni gano la mayoría de las batallas.
Parezco más bien Napoleón al intentar conquistar Rusia: el hielo me hace resbalar, tirito sin parar y la nieve me cae encima imposibilitando avanzar. Además, todo está ya destruido, y no sé si todo ha sido culpa mía o he tenido ayuda (sin pedirla). Y todos dicen que me retire, que está todo perdido y para qué luchar por algo ya arrasado; que recoja las tropas, que voy camino a un precipicio y no freno. Y tienen razón: veo venir el acantilado, y casi pareciera pisar más fuerte el acelerador.
Estoy sola en esto, es evidente, pero no depende de mí exclusivamente, y esa es la peor parte. No quedan ánimos (ya habían desaparecido hace tiempo). Sigo al pie del cañón, aún a sabiendas de poder perder hasta lo que no tengo. Dicen que de algo hay que morir, y este podría ser un buen motivo.
Si toca enfrentarse al mundo entero, pues se hace. A Rose no le importó desobedecer a la sociedad por la persona que le devolvió las ganas de vivir; podríamos seguir su ejemplo. Si es nuestra vida, mejor pecar de testarudos que de meras veletas movidas por ráfagas de palabras ajenas. Cuando todavía queda compañía (dadle tiempo para que desaparezca), ésta se empeña en "aconsejar" desde su perspectiva, pero no somos marionetas: somos seres con propios sentimientos. Algunos nos llaman racionales, pero a mí no me encaja. La razón nos frenaría al dirigirnos hacia el fracaso rotundo, y sin embargo, ahí nos tenéis, corriendo contra los muros sin freno alguno.
Culpemos a reacciones químicas, a neurotransmisores... llamadle como queráis. Servidora luchará bajo sus órdenes. Para bien, ¿o para mal? Tocará esperar al siguiente capítulo, al final, al prólogo o a un acto que nunca llegará. Al menos, habrá un "¿Y si...?" que no podrá torturarme.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Proporcionalidad inversa


En un rincón, con la mirada perdida, sin poder más. En medio de la oscuridad, doblada... Sí, hoy ha vuelto a llorar. No quiere ser vista, no quiere llamar la atención, aunque de señales de cómo se encuentra en realidad. Estira las mangas de su chaqueta, se limpia el maquillaje corrido, ensaya su sonrisa y vuelve a la normalidad. Constante teatro, nada más. Bien podría ganar el Oscar por ello, pues repasa el papel día a día.

Cualquiera diría que es débil y por eso llora... pocos se pararían a pensar qué hay detrás de esas lágrimas. Aún menos verán cuán fuerte es por soportar tanto cada día, como rutina definida. No para de sumar, y eso que es de letras. Desde luego no es Sócrates que ni antes de morir llora, ¿pero quién es así en realidad? Ella sufre, y de alguna forma intenta liberarse, si así se le puede llamar.

Hay quien no cesaría de ponerle etiquetas e incluirla en un perfil aparentemente típico hoy en día... Dime cuántas son así de verdad y cuántas buscando la atención y un falso cariño. Mucha attention whore suelta. Querida, si se te ha roto una uña, tranquila, que 20 acudirán a consolarte. Ella sin embargo tiene sus cascos... y paremos de contar.

Tocada y hundida, pero aún viva. El fin de la flota no llega, aunque apenas respira.
Mercenarios a la vista con malas intenciones. No hay defensa, sólo ataque. Hay coraza, pero hueca.
Rebelión del capitán, empleando sus armas contra su barco.

A mayor intensidad, menos apoyo. A más mierda, menos fuerza.
Ya sabéis, reglas de proporcionalidad inversa.

sábado, 1 de septiembre de 2012

More than 2 years ago


De tu yugo dominante, conseguí escapar,
logré huír de la hipocresía, de la sociedad.
'Solitaria' me dirán, no lo considero así;
vivo en mi mundo de fantasía y soy feliz.

Eso es lo que a mí me importa,
no las apariencias, ni el qué dirán;
ahora eso todo lo mueve, y nada la humanidad,
la sinceridad, la realidad,

Aunque la verdad duela,
siempre será mejor que una mentira,
pues el sufrimiento momentáneo,
pasará a ser agonía tardía.

(Y esto fue escrito hace más de 2 años)

lunes, 20 de agosto de 2012

Donne-moi un peu plus...


Tú, y tu intensidad modulable: un día eres suave, y al otro me posees salvajemente.
Tomo de ti cuanto quiero, sin medir cantidades. Me invitas con la mirada a beberte, hasta la última gota.

A veces me mantienes despierta toda la noche; actividad sin límites. Risas y vueltas entre las sábanas. Suplico que me dejes perderme entre tus brazos, y asientes, agarrándome.
Otras veces no surtes el efecto buscado y no ayudas: sólo amargas.

Y aún así, eres tan adictivo... Ni quiero ni puedo dejarte.
Donde, como y cuando quieras; en la cama, en la mesa o en la encimera.

-Otra taza de café, por favor.

martes, 14 de agosto de 2012

High heels running through the street




Anda dando tumbos en medio de la oscuridad, con la sonrisa invertida. Agarra su cabello con ansiedad, culpándose por todo. Un taconeo que retumba por toda la calle de desgastados adoquines y melanólicos charcos. Se agarra a las puntiagudas esquinas para evitar caer y acaba por los suelos, dolorida por las aristas que la atraviesan. Tantas heridas que no cicatrizan, acabarán por llegar hasta sus huesos. Se tira sobre su cama. Sus oídos se inundan de música; abraza su almohada. Finalmente cae rendida, con los ojos encharcados, madrugada tras madrugada. 
Quién sabe lo que le deparará el mañana. 



Y esta entrada está llena de paralelismos. Quien quiera entenderlos, libre sea. Quien no quiera verlos, que tape sus ojos.

domingo, 3 de junio de 2012

But time never forgives


Errores y recuerdos que se van acumulando. El tiempo sigue pasando y no los borra, los ancla con fuerza en nuestra memoria. Castigos eternos que nos encierran.

No, el tiempo no perdona. 


¿No estás?

                               
Preguntas totalmente carentes de sentido. ¿Por qué dudo de tu presencia si tengo claro que ya no estás? Da igual a dónde mire, la respuesta va a seguir siendo la misma. Pobre parte ilusa aún buscándote, que asuma ya que te marchaste.

Más cerca de mi victoria


De todo se aprende, con cada golpe se mejora.
Y yo prefiero pensar que todas estas desilusiones tienen un sentido. Que siguen una senda con destino. Y así, con cada fracaso me acerco más a la victoria.